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lunes, 5 de julio de 2010

Un caldero de lechuga

Han sido varias veces, en las cuales, la oferta culinaria del día, eso sí exclusivamente y entera para mí, ha sido eso.
Tan sólo de pensarlo se me vuelven a poner los pelos de punta. Es cierto que el ofrecimiento de semejante manjar fue sincero pero, también algo malicioso. Y me sigo preguntando: ¿por qué el simple hecho de ser vegetariana, hace pensar a determinadas personas (o eso espero), que comemos lechuga por calderos?. Es que me lo imagino, sentada, ante una cantidad tal, que sólo puede ingerirse si estás en proceso de purga.


Depende de como me pille el día pues me lo tomo a modo de mofa y me río alegremente, o me sienta peor que si me lo como, porque encima la lechuga no me gusta.
Y para colmo de males, por suerte momentáneos, esta servidora se siente un bicho raro, más bien rarísimo en determinadas ocasiones, sólo por su dieta vegetariana.


Hace unas semanas, en una comida de trabajo, a pesar de saber que no como carne, se les olvidó decirlo en el restaurante al hacer la reserva para las ciento y pico personas.
Después de pasar una mañana extraordinaria, a pleno sol (eso si), en la localidad Palentina de Guardo, rodeada de sabios de toda la comarca palentina. Llegamos a comer, yo con más hambre que el perrillo un ciego, y no puedo comer ni los entremeses, que por cierto ya estaban puestos en los platos. Me espero, paciencia no me falta, y sorpresa que el resto de alimentos que sacan, todos vetados. Pregunto si se puede hacer algo al respecto y encima me dicen que no saben. Los compañeros me miraban, supongo que por el fiasco. 
Prometo que noté, en forma de calores, toda la gama cromática y el espectro de colores existentes. Incluso si no llegan a decirme pasado un buen rato que me traen espárragos, capaz que invento colores nuevos.


Me acuerdo de otra que ya fué de cabreo, y reconozco que cuando me pongo molesta, saco de las casillas a cualquiera.
Teníamos que actuar en una boda, en el hotel Europa Centro de Magaz de Pisuerga, al ladito de Palencia. Los que cantamos o lo intentamos, debemos ingerir la comida con bastante antelación. Eso nos asegura que, en el momento de abrir la boca para emitir notas, salgan sólo ellas y no un añadido de la digestión.
Pues bien, decido invitar a mi compañero a cenar en un restaurante cerca de la salida de Palencia, para abreviar en tiempo y con más hambre que el primo abandonado del perro del ciego. Miramos la carta y pedimos una parrillada de verduras.
Cuando veía venir al camarero me frotaba las manos. El plato hasta de lejos era enorme, y cuando lo posa en la mesa, me quedo mirando como los tontos con matrícula de honor por tal mérito. ¿Cómo puede ser posible que a una parrillada de verduras, le echen jamón serrano en pedacitos minúsculos por encima?. Menudo cabreo ya en el primer plato.
Le llamo y se disculpa (por decir algo) con que en la carta se especifica el tema jamón, comprobando en segundos que eso no es cierto. El muy simpático amansa mi fiera interna diciendo, eso sí en tono suave: pues retire usted el jamón. ¿Cómo? el tono y la afinación de esta palabra, salida de mi boca, debieron bastar.
Ese día tan sólo comí sepia y más o menos una barra de pan, con la que arrebañé la mahonesa, y no le pedí mas unte de milagro. Menos mal, que tuvo la delicadeza de no cobrarme la parrillada, de haberlo hecho le presento al pollo bailaor de flamenco que cuido cada día para éstos alteradores de la paciencia.
Me repitieron la sepia, la mahonesa y la jartá a pan, hasta las 4 de la mañana pero, el bochorno que pasé sacando los dientes delante de mi compañero, fué el remate, creo que de mala educación por mi parte.


Como verduras, frutas (me pirrían las manzanas), hortalizas, legumbres, pasta, arroz (madre mía las paellas, sin carne claro), pescado (poco por cierto), derivados de la leche y los huevazos que ponen mis 17 gallinas corredoras (porque tienen sitio para correr y mueren de vejez). Soy vegetariana, que no vegana. Y para más rizo y rareza, "vegetariana macrobiótica", o al menos eso dicen.
Yo digo simplemente opino que, me gusta comer con la capacidad de decidir el qué y conociendo los nutrientes necesarios para llevar una vida sana.

1 comentario:

  1. Inventese una enfermedad que le prohibe comer productos carnicos de cualquier tipo y amenace con que le daran terribles convulsiones y morira al instante si le sirven algun alimento prohibido. Cuando la gente se comporta de manera estupida hay que asustarla!!!!

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