Para los romanos, el arte y la música sólo tenían una dirección principal, lo pragmático y sensual, no en vano se esforzaban sobremanera para que tales manifestaciones artísticas fueran deslumbrantes tanto en tamaño como en esplendor. La finalidad era exaltar el goce de los sentidos y de la vida, de la cual disfrutaban y mucho. Aunque su aportación a la música no constituye una revolución.
Conquistaron a los griegos pero éstos, les conquistaron a ellos con sus tradiciones musicales, el arte y la filosofía. Los romanos se limitaron a adoptarlas, asimilarlas y actualizarlas conforme a, sus necesidades y costumbres. A lo largo del tiempo del imperio, ocurrió lo mismo con otros pueblos conquistados, como los sirios, egipcios o alejandrinos. Volcaron todo lo asimilado hacia fines rituales, querreros, épicos y incluso hacia el disfrute sexual.
Las celebraciones musicales, de gran importancia en la Antigua Roma, eran enromes fiestas con numerosos músicos y coros para delicia de los oyentes gracias a las melodías y los cantos. Los Ioculatores y acróbatas romanos divertían con sus Iocus (juegos acrobáticos y musicales), actuando en las calles de las urbes acompañados por músicos que tocaban Tibias, Panderos y otros instrumentos. Estos Ioculatores eran presentados también, en las villas de los romanos ricos y poderosos.
Durante estas jornadas acudían de todas las partes del Imperio, "músicos virtuosos" respetados y considerados en todo el Imperio, no en vano la música era considerada como un importante espectáculo, haciendo que estos “músicos virtuosos” gozaran de condiciones y tratos muy especiales.
Entre éstos virtuosos, destacaban los griegos como: Terpnos, gran citarista y maestro de Nerón, Polón y Mesomedes de Creta.
Numerosas familias patricias enviaron a sus hijos a las Escuelas de Música y de Danza. También las mujeres romanas, tanto aristócratas como cortesanas, practicaron el arte de la música como cantantes e instrumentistas.
Los instrumentos solistas más utilizados eran la lira y la cítara. La lira, una especie de arpa de madera con diez cuerdas, el primer instrumento al que la Biblia hace referencia. Su forma y tamaño variaba y su sonido se consideraba un signo de felicidad. La cítara, variación de la lira pero más amplia y profunda, y por lo tanto con mayor sonoridad.
Otro instrumento para los músicos más profesionales era el Aulos, con forma de flauta doble con agujeros y una lengüeta.
El teatro no se concebía sin música. La Tibiae simple o doble, acompañaba siempre a las partes cantadas de las obras y en los intermedios de los actos se ofrecían interludios musicales a cargo del Tibicen.
Sin olvidar que la música romana se basa en la asimilación de la cultura musical de los territorios conquistados, sí hay variaciones e improvisación. Con el tiempo las melodías y canciones son esenciales en todo lo público, desde las fastuosas celebraciones hasta el terreno educativo. Vamos que al final, los romanos supieron apreciar la música.
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